La función ético-política del Eros en el Banquete

Autora: Bulnes Domínguez Debra Priscilla

La idea primordial que se establece en esta obra es, la filosofía como amor, una especie de “locura divina”, que conduce a la captación desde la belleza en sí. Este impulso erótico sigue un proceso que pasa del amor, al cuerpo bello del amado,  para posteriormente llegar al amor de la belleza de todos los cuerpos bellos; de ahí, a la belleza moral de las almas, de ésta, a la belleza de las normas de conducta y las leyes, de aquí, a la belleza de las ciencias y, por fin, a la Belleza en sí.

El Banquete es el diálogo más importante de Platón en torno al concepto del amor, las escenas tienen lugar justamente en un banquete que se desarrolla en casa de Agatón para celebrar el éxito de una de sus tragedias. Los comensales han acordado dedicar su reunión, en parte, a realizar discursos sobre el dios Eros, el cual no habría recibido jamás un elogio consistente por parte de poetas y sofistas. El texto se transforma así en una serie de discursos sobre el amor que van desde lo más superficial a lo más profundo, destacándose el discurso final de Sócrates que nos entrega el pensamiento de Platón al respecto.

En el discurso siguiente se desarrolla una fantástica concepción antropológica y le pertenece a Aristófanes. Éste nos dice que, primitivamente, existían tres tipos de seres humanos, los cuales tenían sus órganos duplicados. Unos eran machos; otros, hembras y, finalmente estaban los andróginos. Estos seres primitivos habrían conspirado contra los dioses, y ya que Zeus no podía destruir la raza humana, dado que ésta era la que adoraba a los dioses, partió en dos a los seres primitivos en castigo por su conspiración. Desde entonces los seres humanos buscan su otra mitad. Cada mitad de un hombre y mujer primitivos se entregan a la homosexualidad en busca de su otra mitad, en tanto que, la mitad del andrógino se entrega a la heterosexualidad en busca de su otra mitad.

El discurso del personaje Sócrates puede ser considerado como el verdadero pensamiento de Platón acerca de la naturaleza del amor. La afirmación fundamental es que el amor es una forma de necesidad que tiene una meta y su relación con esta meta es de deseo, de exigencia. El amor anhela siempre lo bello y lo bueno y, por tanto, no es ninguno de éstos sino algo intermedio entre lo bello y lo bueno. Tampoco el amor puede ser considerado un dios, porque si fuera un dios no amaría, ya que en un ser perfecto es imposible que haya anhelo, deseo o pasión. “La sabiduría es en efecto una de las cosas más bellas, y Eros es amor de lo bello, de manera que Eros es necesariamente amante de la sabiduría, por tanto está en medio del sabio y del ignorante.”[1] Por lo tanto, el Amor es un ser entre mortal e inmortal, es decir, un espíritu o daimon. Y al ser un intermedio él es quien completa y mantiene conectado a todas las cosas. Platón aclara: “Pues también todo lo demónico está entre la divinidad y lo mortal (…) Interpreta y comunica a los dioses las cosas de los hombres y a los hombres las de los dioses. Al estar en medio de unos y otros llena el espacio entre ambos, de suerte que el todo queda unido condigo mismo como un continuo.”[2] Eros es hijo de Poros (Riqueza) de Penía (Pobreza). Del primero heredó su tendencia a acaparar lo bueno y lo bello, su valentía, su atractivo y poder, su astucia, su anhelo de sabiduría. De su madre, la falta de bienes, su rudeza, su indigencia. Sin embargo no queda claro en realidad el origen genealógico de Eros, ya que en el mismo Banquete Hesiódo afirma que Eros es hijo del Caos y posteriormente nacieron de él  la Tierra y Eros.[3] Así, resulta que Eros es filósofo, porque no es ignorante ni tampoco sabio. Pero no sólo esto sino también la belleza, porque la meta real del amor es la belleza, la cual, según Platón, no es diferente del bien. Esto significa que el amor busca la felicidad, es decir, la posesión del bien, al cual tiende todo el género humano. Asimismo, Eros busca la creación en la belleza, tanto en el cuerpo como en el alma. ”El amor, es en resumen, el deseo de poseer siempre el bien”[4] Dar nacimiento a algo es ser tan duradero e inmortal como un mortal puede serlo. Estamos de acuerdo, pues, en que Eros ha de desear la inmortalidad juntamente con lo bueno, si es que desea poseer el bien para siempre. La inmortalidad es, pues, el objeto de Eros. “La generación es algo eterno e inmortal en la medida en que pueda existir en algo mortal. Y es necesario desear la inmortalidad junto con el bien si realmente el amor tiene por objeto la perpetua posesión del bien.”[5]

Para Platón cualquier tendencia a la creación es la búsqueda de la inmortalidad de lo creado, así aquellos hombres que son fecundos en el cuerpo son amantes de las mujeres y buscan su inmortalidad en sus hijos. “La naturaleza mortal busca, en la medida de lo posible, existir siempre y ser inmortal. Pero solo puede serlo por medio de la procreación.”[6]

Pero aquellos hombres que son fecundos en el alma, anhelan dar a luz sabiduría y otras formas más elevadas. Ellos son los poetas y los inventores. Un tipo de hombre aún superior en sabiduría manifestará ésta en la administración del estado, es el legislador. Él se prenda de la belleza del alma masculina, pues es este tipo de belleza la que se asocia con lo masculino. Además, busca y se esfuerza por conducirla a su máxima perfección. Aquí hay más filía o amistad que Eros, es una relación mucho más estable en la medida que esta unión tiene su razón de ser en un fruto más bello e inmortal. “Pero el conocimiento mayor y el más bello es, con mucho, la regulación de lo que concierne a las ciudades y familias, cuyo nombre es mesura y justicia.”[7]

En la filosofía platónica, el ser propio o constitutivo del hombre es el eros. La polis, el logos y el ethos dependen expresamente del eros. En la polis, los hombres se unen entre sí por razones históricas, “eróticas” o “filiales”. Eros es entonces, primordialmente, fundamento de la acción ética y política.

En el Banquete, se observa cómo a través del Eros, Platón concibe el ascenso hacia las Ideas partiendo del amor a la belleza que observamos en las cosas sensibles, luego a la belleza en el ser humano, hasta alcanzar la contemplación de la Belleza en sí, que se identifica con el Bien del que nos habla en la República y que representaría el grado superior de conocimiento.

El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la práctica de la virtud. Pero ¿qué es la virtud? Platón acepta fundamentalmente la identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente a la ignorancia

La manera correcta de acercarse a las cosas del amor o de ser conducido por otro es empezar por las cosas bellas de aquí y sirviéndose de ellas como si fuesen peldaños e ir ascendiendo continuamente, con base en aquella belleza, de uno solo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a los bellos conocimientos, y partiendo de éstos terminar en el conocimiento de la belleza absoluta, para que conozca al fin lo que es la belleza en sí. “En este período de la vida más que en ningún otro, le merece la pena al hombre vivir: cuando contempla la belleza en sí.”[8] Entender el Eros platónico supone comprender la naturaleza del alma, pues es precisamente el recuerdo de su origen y la nostalgia de su destino la raíz del amor platónico. La conmoción erótica, que prende en el alma al encontrar la belleza sensible, no debe ser confundida con la satisfacción del deseo concupiscible; el encuentro con la belleza más que satisfacción procura esperanza e incrementa la capacidad creativa del alma; Eros es apertura e impulso del alma hacia una plenitud que no cabe lograr en esta vida, en esta vida es posible sólo el recuerdo y la nostalgia.

El Eros mitológico es puramente pasional y está orientado al amor carnal. Vale la pena recordar que siempre está acompañado de Afrodita, diosa de la belleza que está vinculada a la lujuria en el pensamiento griego.

Pero definitivamente el Eros de la mitología griega no el mismo Eros al que se refiere Platón en El Banquete, el Eros mitológico orientado al amor carnal y al deseo sexual difícilmente puede ser compatible con el pensamiento platónico, ya que según éste, el cuerpo es la cárcel del alma.

“(… ) Según el cuerpo  se dirigen preferentemente a las mujeres y de esta manera son amantes, procurándose mediante la procreación de hijos inmortalidad… En cambio, los que son fecundos según el alma le corresponde el conocimiento y cualquier otra virtud.”[9]

Se considera más elevado el amor entre iguales que entre desiguales, porque hombre y mujer consuman su amor a través del cuerpo en la procreación, en cambio el amor entre iguales, particularmente el amor entre hombres, es un amor del amante hacia el alma del amado y orientado hacia la virtud, desligado de la cárcel del cuerpo.

Debido a los diferentes tipos de amor existentes, hay escalas en el amor platónico. El Eros griego es sólo el primer escalón del amor según la definición de Platón, pues está dirigido a la belleza corpórea. Primero se comienza por amar un cuerpo específico, luego por admirar la belleza en los demás cuerpos y así se llega a amar la belleza del alma, y luego las normas, las ciencias hasta que contemple lo bello por naturaleza que es la Belleza en abstracto. “Es preciso que quien quiera ir por el recto camino a ese fin comience de joven a dirigirse hacia los cuerpos bellos y, si su guía lo dirige rectamente, enamorarse en primer lugar de un solo cuerpo y engendrar en él bellos razonamientos; luego debe comprender que la belleza que hay en cualquier cuerpo es afín a la que hay en otro (…) a continuación debe considerarse más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo.”[10]

El amor, por tanto es el motor de las almas para escalar hacia la belleza en sí misma, que es el verdadero objeto del amor. Por tanto todos los hombres estamos inclinados al amor. “la belleza en sí, que es simplemente consigo misma específicamente única, mientras que todas las otras cosas bellas participan de ella.”[11]

La Belleza para Platón corresponde con la unidad, de donde brotan el conocimiento y las ideas de las que es reflejo el mundo material, de manera que el amor se identifica con el deseo de conocer la belleza en sí misma en equivalencia con el uno del cual fluyen todas las cosas, y al cual anhelan volver. La dimensión ontológica y metafísica del Eros constituye una tendencia dinámica hacia lo bueno, lo bello y hacia la unidad.

En el diálogo se dice que existe un deseo en el hombre que le mueve a desear las cosas buenas. Entonces Diotima pregunta a Sócrates qué sucede con aquel que llega a poseer las cosas buenas, a lo que este responde que será feliz. Lo mismo sucede con el amante que posee al ser amado. Sin embargo sólo se puede contemplar la belleza y el bien en la unidad.

La felicidad está fuera del mundo material, sólo podemos alcanzar la belleza y lo bueno en sí mismo con la liberación del alma de la cárcel del cuerpo, según la concepción platónica.

Para Platón, la dialéctica y el amor son los caminos hacia las ideas, pero por sí mismos no bastan: es necesaria la virtud, que también es el camino hacia el bien y la justicia. El hombre aislado no puede ser bueno ni sabio, necesita de la comunidad política (el Estado). Así, la virtud y el Estado permiten el acceso a las Ideas. Pero éstas, a su vez, son su fundamento último.[12]

Me parece importante señalar que la psicología desarrollada por Platón puede tener, entre muchas otras, la intención de mantener bajo control los instintos y las necesidades del cuerpo, así también, asegurar una retribución futura al que practica la justicia, contra el inmoralismo de algunos sofistas.

Haciendo un resumen breve sobre lo ya expuesto, puedo decir que los diferentes tipos de amor a los cuales hace referencia Platón en El banquete son: el amor entre iguales, entre hombres, y entre mujeres; valorándose más el primero que el segundo. El amor entre desiguales, entre varón y mujer. El amor por la virtud (las ciencias y las artes). El amor hacia el alma. Y, el amor hacia la Belleza en sí misma.
Aquí es donde se asemeja el pensamiento platónico a la cuestión metafísica de los trascendentales Unidad, Bondad, Belleza y Verdad puesto que la Belleza es considerada como verdadera, buena y única en su forma en Platón.

Para Platón el Eros es la fuerza central que mueve el alma de los hombres a buscar lo bueno, hermoso y verdadero.

Eros se va configurando en el discurso platónico como factor decisivo, inherente a la propia condición humana que explica la cohesión social. Platón nos entrega en el Banquete la clave de una común naturaleza entre el hombre y el amor. El hecho significativo es que el hombre es y no es al mismo tiempo: es “lleno” y “vacío”, plenitud y carencia, su condición erótica consiste en el deseo de llenar el vacío de un ser que le falta. Cada hombre es relativo a otro, Eros es carencia y deseo (necesidad) del otro, pero el otro no es en esencia “otro” debido a la comunidad ontológica, el otro existe como próximo, afín.

Si, según Platón, lo Bello es igual a lo Justo, a lo Bueno, a lo Verdadero; y el amor busca, porque lo necesita, lo Bello, lo Justo, lo bueno, lo Verdadero, lanzándose tras de ello, entonces, el amor platónico es encontrar la parte del alma que nos falta, en una persona, sí, pero en una persona que representa para nosotros todo lo bueno, todo lo bello, todo lo verdadero, todo lo justo.

Eros es la condición móvil, dinámica y temporal del hombre. La esencia del hombre tiene sentido erótico, o sea, dinámico y dialéctico, es conflicto, contradicción interna, acción y movimiento; el movimiento a su vez es signo y símbolo de vida y de ser. Eros es el motor y remite asimismo al telos del hombre la “eudaimonia”, a la persistencia del hombre por el Bien (y la areté) en tanto “Bello” “Bueno” como sentidos de la orientación de Eros.

Bibliografía

-Aristófanes. Las Aves, Trad. Federico Baraibar y Zumarraga. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1969.

-Conceptos Fundamentales de Filosofía I, Herder, Barcelona, 1977.

-Garibay Kintana, Ángel María. Mitología griega: dioses y héroes. México, DF, Porrúa, 1964.

-Ortega y Gasset J., Estudios sobre el amor, Salvat, Estella 1985.

-Platón, Diálogos III, Fedón, Banquete, Fedro. Trad. García Gual, Martínez Hernández y Lledó Íñigo; Biblioteca Clásica Gredos. Madrid, 2008.

[1] Platón, Diálogos III, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid 2008, 204b, pág. 250

[2].Op. Cit.  202e, pág. 247

[3] Op. Cit. 178b, pág. 199

[4] Op. Cit. 206b pág. 254

[5] Op. Cit. 207a pág. 255

[6] Op. Cit. 207d pág. 256

[7] Op. Cit. 209a pág. 259

[8] Op. Cit. 211d pág. 264

[9] Op. Cit. 209d pág. 259

[10] Op. Cit. 210b pág. 262

[11] Op. Cit. 211b pág. 263

[12] Recordar la cita Número 7, respecto a la mesura y la justicia.

 

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